jueves, 23 de junio de 2011

Caminas por las calles de Londres. Orcurese y quieres llegar rápido a casa. Entras en un callejón angosto. Está todo en silencio pero, al pasar junto a u edificio sin ventanas, oyes como una puerta se abre. Un hombre aparece y te detiene a mirarte. Nunca antes lo habías visto, pero se nota que te odia. Y es ahí cuando, sorprendentemente, te das cuenta que tú también lo odias.

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