Ayer salí, como una adolescente normal y, bueno, al estar ahí, entre las luces titilantes, la cantidad de gente, el Gancia mezclado con algo que sólo Cami sabe qué era, la exaltación de ir a bailar después de 3 semanas de no pisar la vereda, la presencia de gente que quiero mucho; no sé, como surgió en mi algo nuevo, un nuevo estilo de vida: La cumbia.
Sí, señores. Estaba sonando la tanda de cumbia villera y, logicamente, la escuchaba con odio. Pero aún así sentí un incontenible deseo de moverme al ritmo del rayador y agitar las manos de esa forma tan divertida que tienen los cumbianchas. Detestaba hacerlo, lo odiaba más a cada movimiento; pero me encantaba odiarlo. Una sensación indescriptible de ser powerful. Muy powerful.
Cada movimiento me volvía más poderosa y, si a esto le sumamos que me sabía la mayoría de las letras y que las cantaba a viva voz, podría decirse que estaba por ser coronada la reina del universo.
Después de varias canciones me di cuenta que yo había nacido para eso. Para ser rocha. Más allá de que la música no me guste, encajo con el perfil socio-psicológico de estos individuos, o por lo menos eso siento. Los siento parte de mi familia. Mis hermanos los turros, los wachos, los peola, los rochos.
No sé, yo estoy muy feliz con esta nueva étapa que acaba de surgir en mi vida, me siento re yo. Espero que ustedes, mis seguidores, me apoyen en mi decisión. Los saluda atentamente:
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| El Higadoh ke Reptaah mash peola |
ES MENTIRA, TURRETOHS!
Miren si yo, Higadín, voy a caer tan bajo. JAJAJAJAJAJ
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