jueves, 21 de abril de 2011

Clarissa Pimienta.


 Clarissa está esperando el tren. Sentada en la estación, sóla. Sólo ella y sus dos valijas. Una posee ropas; la otra, secretos.
 Está sóla y esperando. El tren se demora. Se demora. Comienza a pasear su mirada y su cuerpo por el lugar. Abandono y soledad. La soledad la tienta. Nadie la estaba observando. ¿Porqué no zapatear un rato?
 Abre la valija de las ropas y la vacía. Todo al piso. Se revuelca sobre sus ropas. Medias, corpiños, remeras, polleras. Vuelan sus zapatos de taco, junto con sus zapatos de tap. Lanza al aire su disfraz de muñeca, un pijama y la camiseta de River. Se desviste y se vuelve a vestir. Se calza las zapatillas y sigue bailando.

SCAR TISSUE

   Se oyen voces. La curiosidad la vence. La curiosidad mató al gato, dicen. Clarissa se encontró con algo que no quería...
  La persiguieron por horas. Clarissa trató de escapar, nunca de defenderse. Sólo de escapar.
  De nada sirvió, la atraparon al fin. En vano fueron sus intentos de escapar. Lentamente se fue dejando llevar.

BY THE WAY

 Clarissa no quería. Estaba asustda. Muchas manos la agarraban de todos lados. Manos sucias. Manos atrevidas. Manos desconocidas.
  Estaba todo muy oscuro y ninguno sabía lo que hacía. Sudor, transpiración, gemidos, violencia. Un popurrÍ de sexo y terror. Clarissa había perdido el control.

SUCK MY KISS
¿Qué había pasado? ¿Que había hecho? ¿A qué se había sometido? Estaba atormentada. No sabía qué hacer. Ignoraba dónde estaba, con quién estaba, qué sentía. Lo único en lo que podía pensar era en eso. Eso tan horrible que acababa de pasar. Eso tan horrible a lo que se acababa de entregar. Eso tan horrible que acababa de disfrutar.
 Se desvistió lentamente. Corrió hacia su valija de secretos y la abrió. Miles de momentos salieron disparados de ella. Los tomó entre sus delicadas y lastimadas manos. Los analizó, los recordó, jugó con ellos un rato. El horrible momento que acababa de pasar se unió también. Los llevó a pasear, acá para allá. Salto, corro, giro y vuelta. 
 Finalmente, sin detenerse a pensarlo mucho, los soltó. Los dejó libres, que volaran. Luego decidió que ya era hora.
 Regresó corriendo a la estación. Sus ropas aún estaban esparcidas en el suelo. Se las fue colocando de a una, sin darle mucha importancia a la combinación. Corría y bailaba, mientras se colgaba bufandas, collares, sombreros y calcetines. Había enloquecido.
 Cuando estuvo satisfecha con su disfraz, llevó a cabo su plan. Dos golpes secos, nada más. Uno en cada brazo. Eso fue suficiente como para librarla de todos sus problemas y recuerdos. Cerró los ojos y partió.
El tren había llegado.

HARD TO CONCENTRATE.