martes, 5 de agosto de 2014

Lo extraño todo el tiempo. Lo necesito todo el tiempo. Lo amo, todo el tiempo.

viernes, 3 de enero de 2014

"El Origen del amor" Capitulo IV: Lola

 Voy a hacer un fast-forward en el tiempo y adelantarme hasta mis 16 años, un año después. Numerosas personas habían pasado por mí, ya estaba cansado. Creí que era hora de sentar cabeza por un rato. Nuevamente, un tarado.
  Hubo un día en el que conocí a Lola. Fue un encuentro casual, en el parque, mientras paseaba a Rubik, nuestro golden retriever. Ella se detuvo a preguntarme que cuántos años tenía, que qué raza era, que porqué era el perrito más lindo del mundo, etc. Básicamente, una minita cualquiera. Fue un encuentro fugaz, pero le di una chance, esta ingenua podía llegar a ser alguien en mi vida. Nos pasamos nuestros números y acordamos vernos algún otro día.
  A la semana nos encontramos en una fiesta. Yo estaba invitado y le pregunté si quería acompañarme. Todo con segundas intenciones, claramente. Esa noche aprendí mucho sobre ella. Aprendí que su nombre real era Dolores, que tenía un departamento en Palermo, que estudiaba arquitectura y que sus padres estaban separados. Todo parecía normal.
  Terminamos la noche besándonos en un rincón, algo ebrios y con ganas de algo más; pero ella creyó que era demasiado pronto. Compartimos un remis que la dejó primero a ella en su casa y luego a mí en la mía, y me fui a dormir algo satisfecho.
  Seguimos encontrándonos con Lola en lo que fue de la semana, pero todo se empezó a ver raro.
 Comenzó en nuestra segunda "cita". Yo fui hasta la puerta de su casa, como habíamos acordado, creyendo que me dejaría pasar. Pero me confundí. Ella salió de la casa rodete rubio bien alto, bolso en mano y zapatillas que hacían juego.
 - ¿A dónde vamos? - Me preguntó. No saludó ni me besó. Creo que ni me miró.
 - Y.... a donde quieras.
 - Yo por mí, me quedo en casa... - Amagué una sonrisa- ...sola.  -Quise llorar.
 - Pero bueno, yo ya vine hasta acá.
- Tenés razón. Vení, hay un café lindo por acá cerca, podemos tomar algo. - Se puso los RayBan y empezó a caminar, sin esperarme.
 Caminamos juntos mientras charlábamos. Bah, yo charlaba solo, porque ella se limitaba a decir "Sí", "Ajá", "Mirá vos" y "Dale". Y lo mismo fue en el bar. Y en el camino de vuelta. Y creí que así sería siempre.
  Llegué a mi casa un poco enojado. ¿Qué le pasaba a esta mujer? Habíamos arreglado para volver a vernos el miércoles, pero ya no estaba tan emocionado por verla. Si cada vez que la viera iba a actuar así no íbamos a aguantar mucho. Pero yo ponía todas mis fichas en ella, el destino la había puesto en mi vida por algo. Así que le dí oootra chance.

Llegó el miércoles y nuevamente fui hasta su casa a buscarla, como un caballero. Hacía calor y lo único en lo que podía pensar era en lo bien que me vendría un auto.Y en que trataría de que este encuentro sea distinto al anterior. Estaba decidido a yo también mostrarme indiferente, talvez eso le gustara, talvez así enloquecería por mí. Talvez ella actuaba así conmigo por eso...
Gran error.
- ¡Hola! Llegaste tarde - Dijo al salir de su casa, ¿estaba sonriendo, o me parecía a mí?
- El colectivo se demoró un poco... -Traté de no mirarla, pero su minishort me tenía hipnotizado. Soy tan débil- ¿Hoy qué querés hacer?
- Ay, no sé, hoy te toca a vos decidir - Dijo mientras cerraba la puerta con llave.
- Y, hace calor como para andar caminando por ahí, ¿no? - Intenté que se entendiera la inderecta, pero por la cara que puso deducí que fallé.
- Mirá, si no tenés ganas de verme te podés volver - Me espetó violentamente.
- ¡Pará! No te enojes, si no lo decía por eso - Mi interior trataba de conservar la calma
- Mirá, no sé, te noto con pocas ganas de verme. Muy poca onda le pones a lo nuestro
- ¿EH? Si sos vos la que ni me mira en toda la tarde
- ¿Me estás cargando? Llegaste tarde, cero onda, no querés hacer nada. Sos un histérico -
- Ay, Dios, mirá quién habla. Encima sos re exagerada, flaca, salimos tres veces nada más- Estallé, no podia creer lo que escuchaba.- ¿Sabés qué? Yo me voy a mi casa, con vos no se puede.
- No, no se puede. Pero fijate bien de quién es la culpa -Me gritaba mientras me alejaba- ¡Sos un tarado!

Llegué a mi casa un poco frustrado. La verdad, ambos nos portamos como unos histéricos. Habíamos arrancado bien, pero después ella empezó con esa actitud, y después yo quise vengarme y, bueno, todo mal. Nunca entendí bien mi relación con Lola, ni cómo habiendo tratado de ponerle esfuerzo y dedicación, había fracasado a las tres citas. Años despues entendí que si había terminado era porque no nos correspondíamos, tarde o temprano nos íbamos a distanciar, por más de que funcionara al principio. Y así como Lola no me correspondía, no me correspondían ninguna de mis ex-novias, ni me corresponderían mis futuras ex. Y, si bien tenía 16 años y era un pensamiento de cuentos de hadas, en ese momento me preocupaba mucho no encontrar jamás a alguien que me correspondiera.