Estaba llevando a mi novia a casa. Habíamos pasado la tarde en el parque. Nos columpiamos, jugamos, preparamos un picnic, y nos deslizamos por el tobogán bajo las estrellas. La llevé a su casa en auto y nos quedamos sentados, hablando, tomados de las manos. Ninguno se quería despedir.
Cuando llegó la hora de la despedida, nos miramos y nos besamos. Fue corto, fue simple, fue perfecto. Tuve que quedarme manejando por la ciudad solo como 40 minutos porque estaba demasiado feliz y mi estómago estaba lleno de mariposas.
Esto fue hace 5 años. En Mayo fui a joyería a comprarle un anillo. Sí, a la misma chica de mi primer beso. Estábamos tan enamorados. Iba a pedirle que se case conmigo.
Organicé todo para que vayamos a ese mismo parque, íbamos a columpiarnos, a jugar, preparar un picnic y deslizarnos por el tobogán bajo las estrellas. Luego la llevaría a casa en mi auto y allí le pediría matrimonio.
Iba a ser perfecto.
Cuando fui a buscarla, su madre me abrió la puerta entre llantos y sollozos. Un auto la había golpeado. Las siguientes dos semanas me las pasé a su lado, en el hospital, sosteniendo su mano. Pero ella no sobrevivió.
Todavía hoy tengo el anillo colgado en el cuello, para recordarla. Nunca encontraré a alguien como mi primer beso.
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